La madrugada del 12 de mayo de 2023, tras meses de preparación, Lourdes Trombetta, graduada en Licenciatura en Bellas Artes con Especialización en Música, se unió a un grupo de voluntarios compuesto por médicos, maestros, músicos, traductores y psicólogos de todas las provincias de Panamá. Su destino: un campamento de refugiados para inmigrantes, con el propósito de llevar un rayo de esperanza a las miles de personas que cruzan a diario el temido Tapón del Darién. Lo que no sabía era que esta experiencia cambiaría su perspectiva de la vida.

—¡Ufff! Esto es peor de lo que imaginé —suspiró, mientras un golpe de calor azotaba su rostro.

El campamento estaba repleto de personas descalzas, niños deshidratados y enfermos, mujeres embarazadas y, lo más desgarrador, familias destrozadas por la pérdida de seres queridos que sucumbieron en medio del arduo camino, enfrentando los peligros de la selva.

A medida que los pasos se acercaban, cada grupo de voluntarios se preparaba para recibir a los inmigrantes. Los médicos encabezaban el grupo con mesas llenas de medicamentos y suministros esenciales. Uno a uno, llegaban personas de diferentes nacionalidades, clamando en distintos idiomas y acentos: "Agua", "water", "shuǐ", "paanee".

Cansados por el largo recorrido, estas personas aún tenían un largo sendero por delante tras llegar a Panamá. Eran familias llenas de sueños y esperanzas, decididas a no rendirse, pues habían elegido un camino sin retorno.

Fue entonces cuando Lourdes escuchó un desgarrador grito de ayuda proveniente de una mujer que llevaba a su bebé en la espalda, atado con harapos. El niño parecía estar desmayado, con la piel enrojecida y llena de ampollas a causa del sol. Los médicos estaban abrumados por la cantidad de pacientes que pedían atención.

No podía quedarse de brazos cruzados. Se acercó al grupo con urgencia y exclamó: "¡Tenemos que ayudar a esta mujer y a su bebé! La situación es crítica, no podemos dejarlos atrás". Con movimientos rápidos y precisos, el equipo médico comenzó a evaluar al pequeño.

Debido al gran número de personas que requerían atención, la joven artista de 23 años no pudo seguir de cerca la situación. Sin embargo, más tarde, un miembro del equipo médico se acercó y le informó: "Hemos recibido noticias de que la madre y su bebé están bien y en condiciones de salud estables".

Este es el panorama que miles de personas atraviesan al cruzar el Tapón del Darién, un bosque tropical de 575 000 hectáreas que se extiende por el este de Panamá y la frontera terrestre con Colombia. Para muchos, este lugar es aterrador, pero para otros, representa la única esperanza de lograr una vida mejor.

En los últimos años, el istmo ha recibido a miles de migrantes de diferentes países, como Haití, Ecuador, Venezuela, China e India. De acuerdo con las estadísticas del Servicio Nacional de Migración (SNM), más de 100 000 personas cruzaron el Darién durante los primeros meses de 2023, seis veces más que el año anterior. Si esta tendencia persiste, advierte la institución, se espera que el año cierre con más de 400 000 personas haciendo la travesía.

Sin embargo, en medio de esta adversidad, existen individuos, como Lourdes, dispuestos a prepararse y brindar una voz de aliento a estas personas. Su labor ejemplifica la resiliencia y la solidaridad que prevalecen en medio de los desafíos más abrumadores.